Las elecciones presidenciales de EE. UU. y la marcha republicana hacia la victoria

 Juan Tovar Ruiz

Profesor de Relaciones Internacionales

Universidad de Burgos

El 18 de julio de 2024, en un discurso lleno de confianza, aunque excesivamente largo, el expresidente Trump describía el intento de asesinato sufrido la semana anterior, presentaba a su candidato a vicepresidente y desgranaba algunas de sus principales propuestas políticas. En este discurso, además, se escenificaba el enorme apoyo que los delegados y simpatizantes del Partido Republicano mostraban en una Convención sin apenas fisuras internas. Incluso sus rivales y adversarios internos, como Mitch McConnell y Nikki Haley, mostraron abiertamente su apoyo.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos constituyen uno de los acontecimientos políticos de más relevancia. En estas elecciones las sorpresas no son infrecuentes. Si nos remontásemos al inicio y desarrollo de las primarias de los dos principales partidos, lo que estamos viendo en este momento nos parecería marciano. En tanto que para Joe Biden, aupado por un resultado en las elecciones midterm del año 2022 menos malo de lo previsto, su elección como candidato resultó una especie de paseo militar; en el caso republicano las primarias ofrecían una imagen de cierta división en las que, a pesar de que el apoyo a Trump de sus bases apenas se ponía en duda, la confrontación con el sector “moderado” de Haley llevó a numerosos analistas a poner en cuestión sus posibilidades de victoria.

Nadie cuestionaba en el Partido Demócrata o sus simpatizantes la decisión de que Biden se presentase, a pesar de su compromiso de ser presidente de un único mandato o incluso de transición, de la apatía que generaba en sus bases o el electorado en general, y de las ya apreciables muestras de declive.

En poco tiempo lo que parecía una decisión acertada se mostró un error estratégico de calado. El presidente Biden quedó lastrado por el descontrol migratorio de la frontera sur. Por una elevada inflación. Por las percepciones sobre el estado de la economía, que según los dirigentes y simpatizantes demócratas funciona bien. Y por la persistencia del presidente en involucrarse en “guerras interminables” fuera del interés vital estadounidense, que han incrementado la división en la opinión pública  estadounidense-Ucrania– o dentro del propio Partido Demócrata –Gaza-.

Muy pronto comenzó a verse reflejado en las encuestas que el presidente Biden estaba empatado o incluso por detrás de Trump en el voto popular y, lo que es peor aún, en los estados clave. El desempeño negativo de Biden en el debate de 27 de junio, propuesto por la propia campaña de Biden para demostrar su fortaleza, o el intento de asesinato de Trump, únicamente reforzaron una tendencia preexistente.

Frente a esta situación el candidato Donald Trump únicamente ha tenido que dejar que los demócratas profundizasen en sus peleas internas o dejar el protagonismo a la edad de Biden. Su momento de fortaleza le ha permitido incluso profundizar en la posición jacksoniana o populista que le ha caracterizado en su política interna o exterior con el nombramiento de J.D. Vance. Más allá de su instrumentalización para captar el voto en los estados clave más disputados, esta elección respalda sus posicionamientos políticos previos, le permite articular una visión más coherente de su doctrina política a la luz de la entidad intelectual del candidato e incluso dejar un legado o un posible sucesor.

Los demócratas, enfrascados en una batalla por descabalgar a Biden, en la que tratan de limitar los daños ante una posible derrota, no solo en la lucha por la presidencia, sino por ambas cámaras del Congreso, no tienen alternativas viables claras. Y no está claro que la vicepresidenta Kamala Harris pueda hacerlo mucho mejor.

Desde un principio, los errores políticos de los demócratas y su falta de sentido estratégico han sido los responsables de la actual situación. Por supuesto, no podemos asegurar que no se produzcan futuras sorpresas o giros y el resultado no está garantizado, pero la tendencia es profundamente desfavorable para ellos y existen enormes dudas en relación a que esta pueda ser corregida a tiempo.