Cómo España puede fortalecer sus intereses económicos en la Era Trump

Pablo Sanz Bayón

Profesor de Derecho Mercantil, ICADE

La imagen internacional de un país y su economía influye directamente en su peso geopolítico. En el caso de España, su valoración positiva entre las élites estadounidenses contrasta con el relativo desconocimiento que aún persiste entre el ciudadano medio de Estados Unidos. Aunque existe la percepción de que los estadounidenses viajan poco, la realidad es que, en términos comparativos, lo hacen más que los europeos fuera del ámbito de la Unión Europea. Cada año, dos millones de turistas estadounidenses visitan España, destacándose entre los viajeros con mayor gasto diario.

Sin embargo, la presencia de España en los medios de comunicación estadounidenses sigue siendo bastante reducida, limitada principalmente a los éxitos deportivos y algún tema cultural esporádico. A lo largo de la historia, España ha sido un aliado estratégico para Washington, aunque su papel ha quedado en ocasiones opacado por el de potencias europeas como Francia, Italia y Alemania.

España, un socio europeo diferente

El impacto potencial de los aranceles estadounidenses en la Unión Europea ha sido ampliamente discutido en las últimas semanas. Sin embargo, antes de analizar los efectos monetarios, es importante entender el papel que juega Estados Unidos en el comercio internacional de la UE.

No cabe duda de que la mayor parte del comercio de la UE se produce dentro de la propia Unión, lo que hace que los Estados miembros individuales sean menos vulnerables a las perturbaciones externas. Sin embargo, algunos países siguen más expuestos: Alemania, Italia, Suecia, Dinamarca y Finlandia tienen cada uno alrededor del 10% de sus exportaciones dirigidas a Estados Unidos. Como puerta de entrada clave a Europa, Irlanda ve cómo casi un tercio de sus exportaciones cruzan el Atlántico.

El panorama parece diferente en el lado de las importaciones, donde los países del sur de Europa reemplazan a los nórdicos en términos de exposición comercial de Estados Unidos. Francia, España, Bélgica y los Países Bajos se encuentran entre los más afectados por las importaciones procedentes de Estados Unidos.

Un argumento favorable de España ante Trump

Estados Unidos es el principal socio comercial extracomunitario de España, y el comercio bilateral sigue creciendo. En 2024, España exportó bienes a Estados Unidos por valor de 18.180 millones de euros, mientras que las importaciones alcanzaron los 28.193 millones. Por tanto, la gran potencia norteamericana tiene un superávit comercial con España, algo poco común en su relación con países europeos. España debe enfatizar que este superávit beneficia a la economía estadounidense y utilizarlo para evitar la imposición de aranceles. Este superávit de 10.013 millones de euros es un dato crucial en el contexto de las políticas comerciales proteccionistas impulsadas por la Administración Trump, que busca reducir los déficits comerciales mediante la imposición de aranceles.

La diplomacia económica española debe enfatizar este superávit en sus negociaciones bilaterales, subrayando que España contribuye positivamente a la balanza comercial estadounidense. Resaltar este aspecto puede servir como argumento para disuadir la implementación de aranceles que podrían perjudicar sectores clave de la economía española, como el agroalimentario y el industrial. Por ejemplo, la imposición de aranceles del 25% al acero y al aluminio afectaría significativamente a las exportaciones españolas, poniendo en riesgo aproximadamente 400 millones de euros.

Por otro lado, las inversiones españolas en Estados Unidos han crecido notablemente, superando los 80.000 millones de dólares y posicionando a España como el décimo mayor inversor en suelo estadounidense. Sin embargo, esta presencia no ha impulsado significativamente la imagen de marca del país debido a la reciente consolidación de estas inversiones y a su concentración en sectores como la energía, la banca, las infraestructuras y la biomedicina, que no impactan directamente en el consumidor final.

Mejorar las estrategias comerciales

En primer lugar, para reforzar su posicionamiento internacional, las pymes españolas deberían seguir el camino trazado por las grandes, estableciendo una presencia más firme en Estados Unidos con el objetivo de ganar competitividad, tecnología y acceso a capital. Asimismo, la construcción de una marca global que asocie los productos españoles con la excelencia -al igual que el lujo francés, el diseño italiano, la precisión alemana o la tecnología japonesa- podría elevar el prestigio de las empresas españolas y fortalecer su papel en el mayor mercado del mundo.

Estados Unidos tiene mercados altamente regulados, especialmente en bienes de consumo. Desde los requisitos de la FDA, el USDA y la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor hasta las regulaciones de etiquetado y las leyes específicas de cada Estado, el compliance puede ser un tema bastante complejo, de ahí que  las pymes deban desarrollar estrategias comerciales óptimas para la obtención de las certificaciones necesarias junto con una comprensión adecuada de los aranceles de importación.

El mercado estadounidense es enorme y las estrategias de distribución deben planificarse cuidadosamente. A diferencia de Europa, donde la distribución centralizada funciona bien en el marco del mercado interior, Estados Unidos a menudo requiere almacenamiento regional y logística personalizada. Asociarse con los distribuidores adecuados es clave para garantizar una penetración eficiente en este mercado por parte de las pymes españolas, que a fin de cuentas suponen el 99,8% del tejido productivo español y representan alrededor del 62% del Valor Añadido Bruto (VAB) y el 66% del empleo empresarial total.

Lo mismo puede decirse en lo tocante a las estrategias publicitarias y el marketing. Una marca conocida en España puede no resonar automáticamente con los consumidores estadounidenses. Las diferencias en los mensajes e incluso el empaquetado del producto pueden determinar si una marca se conecta con los compradores estadounidenses o no. Europa y Estados Unidos son mundos muy diferentes, pero los franceses, alemanes e italianos han sabido venderse mucho mejor que los españoles.

El panorama minorista de Estados Unidos es complejo, con múltiples canales, grandes minoristas, tiendas especializadas y un sector de comercio electrónico en rápido crecimiento. Las pymes españolas deben invertir en investigación de mercado, adaptar su marca a las preferencias locales y elaborar una propuesta de valor atractiva que se dirija directamente a los consumidores estadounidenses.

Conclusión: superar el complejo de inferioridad

En 2024, el PIB de España creció un 3,25%, lo que la convierte en la economía de más rápido crecimiento de la UE. Este destacado desempeño le valió a España el reconocimiento de The Economist como la economía con mejor desempeño en 2024. El crecimiento fue impulsado por una temporada turística récord con más de 94 millones de visitantes (+10% interanual), un fuerte consumo interno y las inversiones estratégicas de los fondos de recuperación de la UE en el marco del programa Next Generation EU. Los avances significativos en las energías renovables y la infraestructura digital también desempeñaron un papel clave. Además, la tasa de desempleo de España cayó al 11,6%, la más baja desde 2008.

España debe aprovechar su valor estratégico para negociar mejores condiciones económicas, evitar medidas proteccionistas y obtener una mayor voz en la toma de decisiones globales. España no es solo un socio menor de Estados Unidos, sino un actor con un peso real que puede y debe hacer valer sus intereses en la política exterior estadounidense.

Es fundamental que España aborde su relación con Estados Unidos desde una posición de confianza y reconocimiento de sus fortalezas. La economía española ha mostrado resiliencia y capacidad de adaptación, situándose como una de las economías desarrolladas con mayor crecimiento en los últimos años. Este desempeño económico, junto con la sólida relación comercial y de inversión con Estados Unidos, evidencia que España es un socio valioso y competitivo en el escenario internacional.

En consecuencia, la diplomacia económica española debe capitalizar la importancia geoeconómica de España para Estados Unidos, utilizando factores que demuestren la contribución positiva a la balanza comercial estadounidense y el potencial de colaboración en sectores estratégicos.

La diplomacia económica debe combinarse con la diplomacia cultural, recuperando elementos clave de la historia en común. Recordemos que la contribución española a la independencia de Estados Unidos, con figuras como Diego de Gardoqui y Bernardo de Gálvez, fue fundamental. Pero este legado y acervo cultural ha quedado relegado en ambos países. Es necesario proyectar esta aportación como es debido, realzando el papel tan decisivo que tuvo España para debilitar al Imperio Británico en América del Norte.

En el Capitolio, hay importantes referencias a la huella española de Estados Unidos. Desde figuras como Bernardo de Gálvez o Junípero Serra, hasta personajes clave en la historia de América como Hernán Cortés o Francisco Pizarro. En la misma sala donde tomó posesión Trump el pasado 20 de enero hay dos cuadros sobre España: el primero, El desembarco de Colón (1847), de John Vanderlyn, representa al descubridor con el estandarte del reino de Castilla, ya que fue Isabel la Católica quien financió su viaje en busca de una ruta más rápida a las Indias; el segundo, Descubrimiento del Misisipi por De Soto (1853), pintado por William H. Powell, muestra a Hernando de Soto -conquistador y explorador español-, llegando al río Misisipi, en 1541.

Adoptar una postura proactiva y confiada permitirá a España defender eficazmente sus intereses económicos y geopolíticos en el nuevo orden mundial y fortalecer su posición en la relación bilateral con Estados Unidos. España debe utilizar su potencial económico y su actual cooperación en seguridad como moneda de cambio para obtener mayores beneficios en términos comerciales y tecnológicos. Washington necesita a España y España puede aprovechar esto para negociar mejores acuerdos económicos y estratégicos. Pero también para afrontar los desafíos que presenta la relación con el norte de África.