Manuel Iglesias Caviccholi
Profesor de Relaciones Internacionales
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
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La retirada de la candidatura de Joe Biden y la posible, pero aún no segura, nominación de Kamala Harris abren una inédita situación de incertidumbre en el Partido Demócrata a menos de cuatro meses para las elecciones presidenciales. En este contexto, Donald Trump, reforzado en su liderazgo tras sufrir un intento de asesinato en Pensilvania, se presenta como favorito para ocupar de nuevo el Despacho Oval de la Casa Blanca. España debe estar lista para afrontar una nueva presidencia “trumpiana” que promete profundizar en las posiciones más controvertidas hacia sus aliados europeos.
Es indudable que las visiones del mundo de Pedro Sánchez y Donald Trump son, en gran medida, antagónicas. La política exterior de España, de una línea internacionalista europea de impronta socialdemócrata, choca frontalmente con el nacionalismo jacksoniano inspirador de la America First Foreign Policy de Trump. Las diferencias de ambos modelos son visibles, por ejemplo, en la actitud hacia la Agenda 2030, eje clave de las políticas públicas del Gobierno español; ignorada por completo por Trump, que rechaza las nociones de gobernanza global y bienes públicos globales en las que aquella se basa.
Ante la imposibilidad manifiesta de que se pueda establecer un vínculo ideológico y personal entre ambos líderes políticos, España debería adoptar un enfoque pragmático en sus relaciones con EE.UU. para dar continuidad a los aspectos esenciales de la cooperación entre ambos países y preservar sus intereses nacionales. En este sentido, se proponen las siguientes líneas básicas de acción:
1.La prudencia debe prevalecer: el Gobierno de coalición ha de mostrarse neutral en todo momento a lo largo del proceso electoral. Es evidente que prefiere una victoria de Biden, pero no debe pronunciarse públicamente en tal sentido como ya sucediera en el apoyo de Rodríguez Zapatero a John Kerry en las elecciones de 2004. Igualmente, han de evitarse declaraciones públicas de miembros del Gobierno que se muestren hostiles hacia Trump. En otras palabras, las patentes diferencias entre los proyectos políticos de ambos presidentes no han de contaminar la política exterior de España.
2. El Rey puede ser activo diplomático de particular relevancia en las relaciones bilaterales. En EE.UU., la institución monárquica goza de cierto prestigio y la propia figura del Rey ha sido apreciada como un elemento de continuidad y estabilidad en las relaciones con España. El propio Trump recibió en la Casa Blanca a los Reyes de España en dos ocasiones durante su primer mandato (2018 y 2020), sin llegar a hacer lo propio con el presidente del Gobierno.
3. El cumplimiento de los compromisos financieros con la OTAN va a ser un asunto de gran importancia en las relaciones hispano-estadounidenses. Trump, decidido a que los europeos paguen por su propia seguridad, se ha mostrado dispuesto a castigar a los aliados que no contribuyan debidamente, cuestionando incluso la vigencia de la cláusula de defensa mutua del artículo 5 del Tratado de Washington. En la cumbre de Gales 2014 los aliados se marcaron como objetivo llegar a un 2% del PIB en gasto en defensa España, que se ha comprometido a llegar a ese umbral en el año 2029, está a la cola en gasto militar y es el país de la OTAN más alejado del objetivo, con un 1,28%. Nuestro país puede tratar de compensar este handicap con la importancia estratégica que las bases militares de Rota y Morón tienen para EE.UU.
4. Una victoria de Trump implicaría la inmediata desaparición de la afinidad político-ideológica entre ambos gobiernos, plasmada en varios de los puntos de la Declaración Conjunta de 28 de junio de 2022. Por consiguiente, la agenda bilateral deberá centrarse en la cooperación en el ámbito de la defensa, vínculo fundamental entre España y EE.UU. recogido en el Acuerdo de Cooperación para la Defensa de 1988. Recordemos que, en su primer mandato, el líder estadounidense empezó reprochando al Gobierno español sus pobres cifras de gasto militar para acabar agradeciendo la cooperación que brinda en defensa y seguridad. El interés del Pentágono por incrementar su presencia en la base naval de Rota marcó en buena medida este giro. De hecho, en 2023, ambos gobiernos acordaban aumentar el despliegue naval norteamericano incorporando dos nuevos destructores de forma permanente en la Base de Rota.

